Por Fausto Triana
Málaga, España, 8 jul (Prensa Latina) La tierra de Pablo Picasso, capital de la Costa del Sol de España, se ofrece hoy a organizar la Expo 2027 con la idea de colocar de una vez y por todas el nombre de Málaga en la geografía mundial.
No es difícil lograr el objetivo, en una ciudad que tiene todas las virtudes para inspirar el clásico amor a primera vista. Más allá de toda la fama y atractivo que supone ser la cuna del maestro del cubismo, o del empuje de un actor y cantante que es un ídolo local, Antonio Banderas, los aires malagueños de diversifican.
El milagro, si es que lo hay, apunta simplemente a un deseo de ponderar una Alcazar de mil años de existencia, un teatro romano de dos mil años de vida y la mezcla de culturas, desde los fenicios, los visigodos, musulmanes, íberos.
Alcalde de la urbe andaluza desde hace 22 años, Francisco Torre Prados dijo a Prensa Latina que con la diversificación de sus perfiles, con un turismo en incremento por más de 600 cruceros, un clima cálido pero con brisa agradable, una vida cultural intensa y muy en especial, el salto en tecnología y desarrollo, ofrecen una perspectiva amplia de Málaga.
Nuestro problema actual o mayor desafío apunta en la necesidad imperiosa de aumentar el caudal de la educación. Existen muchos retos en el mundo de las tecnologías modernas del siglo XXI, pero tendremos que impulsar la creación de más universidades y atraer gente con capacidad para trabajar en numerosas compañías de punta que están en la ciudad, explicó Torre Prados.
El burgomaestre admitió que la tarea en curso de potenciar a Málaga como candidata a auspiciar la Expo mundial de 2027 busca, en realidad, darse a conocer más en el plano internacional y emprender una revolución interna dentro de sus dinámicas de desarrollo.
San Carlos de Bariloche, Argentina; Phuket, Tailandia, Belgrado, Serbia; y Minnesota, Estados Unidos, son las rivales de este bello enclave de Andalucía en una competencia que se definirá a finales del próximo año.
A lo largo de su puerto y playas, junto con la aglomeración de personas en el Paseo de Larios, el primero que puso fin a siglos de dominación musulmana, los vendedores de Biznaga, ramilletes de olorosos jazmines que se regalan en distintos formatos mujeres y hombres, adornan el panorama variopinto y alegre de la ciudad de casi 600 mil habitantes.